dc.description.abstract | En México, muchos de los problemas relacionados con el aprovechamiento de los recursos naturales que aquejan a las comunidades rurales, derivan de una errónea o nula planificación en el uso del suelo (Dirzo, 1990:49; Challenger, 1998:168). Entendida ésta como un proceso racional de reflexión, que partiendo del conocimiento detallado de la realidad físico-ambiental y social-económica permita identificar, organizar y regular las actividades humanas a corto, mediano y largo plazo de acuerdo con ciertos criterios y prioridades (Gómez-Orea, 2002:14). Una planificación así, se convierte en el elemento de coordinación capaz de conseguir que todos los agentes involucrados (ejidatarios, población en general, instituciones de gobierno) trabajen en la misma dirección. El tipo de planificación que hoy se vislumbra como más oportuno viene presidido por la idea del desarrollo sustentable, y el enfoque y metodología para conseguirlo es el que corresponde a la ordenación u ordenamiento del territorio (Gama et al., 2003:20; Delgadillo y Torres, 2006:16; CONAFOR, 2007:46). En países con gran diversidad biológica y mayoritariamente subdesarrollados como México, los ordenamientos territoriales en comunidades indígenas o ejidos campesinos son, esencialmente importantes, ya que en estas regiones es donde se concentran las áreas del país de mayor importancia biológica (Bocco et al., 2000:64; Toledo et al., 2001:7; Durán, 2006:74), así como más del 80% del recurso forestal (Toledo, 1997:236). Es por ello, que la integración de este sector social en las acciones de protección y conservación in situ de los recursos naturales se convierte en una actividad preponderante (Barret y Barret, 1997:237; Pteiffer y Uril, 2003:63). Esto debido a que el éxito de un diagnóstico encaminado a obtener un uso óptimo de los recursos naturales, especialmente en ordenamientos comunitarios depende en gran medida del grado de participación que se obtenga de los habitantes de las mismas (Gama et al., 2003:19; Negrete y Bocco, 2003:11; Almazán-Juárez et al. 2004:25 Orozco, 2006:211). In Mexico, many of the problems related to the use of natural resources that afflict rural communities derive from an erroneous or null planning of land use (Dirzo, 1990: 49; Challenger, 1998: 168). This is understood as a rational process of reflection, which based on the detailed knowledge of the physical-environmental and social-economic reality allows to identify, organize and regulate human activities in the short, medium and long term according to certain criteria and priorities (Gómez- Orea, 2002: 14). Such planning becomes the coordination element capable of getting all the agents involved (ejidatarios, general population, government institutions) to work in the same direction. The type of planning that is seen today as more opportune is presided by the idea of sustainable development, and the approach and methodology to achieve it is the one that corresponds to the planning or ordering of the territory (Gama et al., 2003: 20; Delgadillo and Torres, 2006: 16; CONAFOR, 2007: 46). In countries with great biological diversity and mostly underdeveloped, such as Mexico, territorial regulations in indigenous communities or peasant ejidos are essentially important, since in these regions the areas of the country with the greatest biological importance are concentrated (Bocco et al., 2000 : 64; Toledo et al., 2001: 7; Durán, 2006: 74), as well as more than 80% of the forest resource (Toledo, 1997: 236). That is why the integration of this social sector in the actions of protection and in situ conservation of natural resources becomes a preponderant activity (Barret and Barret, 1997: 237; Pteiffer and Uril, 2003: 63). This is because the success of a diagnosis aimed at obtaining optimal use of natural resources, especially in community planning depends largely on the degree of participation obtained from their inhabitants (Gama et al., 2003: 19 ; Negrete and Bocco, 2003: 11; Almazán-Juárez et al. 2004: 25 Orozco, 2006: 211). (Traducción automática) | es_ES |