Criterios técnico-agronómicos para el uso de aguas tratadas en la agricultura (caso Isla Margarita, Venezuela)
Abstract
El agua es y será un problema para la Agricultura, en general, y para la Agricultura Urbana en particular. El 98 % del agua que hay en el planeta es salada; el 2 % restante, agua dulce, la mayor parte se localiza en los casquetes polares y acuíferos, por lo que solo queda disponible el 0.014 % en lagos y ríos de la superficie terrestre. Se ha planteado que uno de los desafíos más graves que enfrenta el mundo de hoy es la crisis de agua que se avecina, por lo que de no mejorar la gestión de los recursos hídricos y los ecosistemas conexos, en el 2025 dos tercios de la humanidad padecerán problemas de penuria de agua grave o moderada (Matsuura, 2002). La gestión de un recurso está básicamente relacionada con el hecho de que existe una cierta cantidad y hay que usarla en la mejor forma posible de modo que ello permita a los beneficiarios el máximo beneficio tanto en términos económicos como sociales. Ello implica tomar una serie de acciones de cuya bondad y eficacia depende la consecución de este objetivo. Por lo tanto el concepto de gestión del agua para la agricultura puede aplicarse a cualquier espacio geográfico en la que ésta venga utilizada (Sagardoy y Playán, 2003). Según Miracle (1998), si se entiende por desarrollo sostenible aquel que permita compatibilizar el uso de los recursos con la conservación de los ecosistemas, entonces las buenas prácticas en la gestión del recurso agua serán las que tengan por finalidad: (1) disminuir el gasto de agua, disminuyendo su consumo o reciclando y reutilizando al máximo el suministro, (2) extraerla con el menor deterioro posible de los ecosistemas, es decir dejando una parte para el desarrollo normal de ríos, humedales y acuíferos subterráneos, (3) devolverla a las aguas naturales en condiciones aceptables para que el impacto sobre los ecosistemas sea mínimo, para ello la mejor solución es contaminarlas lo menos posible en su uso y proceder luego a su tratamiento de depuración, y (4) realizar esta depuración o descontaminación con un mínimo gasto energético e impacto ecológico. La conservación del suelo y de la vegetación son consideradas también buenas prácticas, y es que el hombre influye sobre el ciclo del agua en dos formas diferentes: directamente, mediante extracción de las mismas y posterior vertido de aguas contaminadas, o indirectamente, alterando la vegetación y la cobertura del suelo. El tratamiento de las aguas residuales en áreas densamente pobladas constituye una de las medidas más eficaces para su aprovechamiento controlado, puesto que permite definir estrategias de desarrollo de programas agrícolas como una buena opción para mejorar la disponibilidad de alimentos en las ciudades, a la vez que favorece el saneamiento del entorno urbano. La Isla Margarita del Estado Nueva Esparta en Venezuela presenta un balance hídrico caracterizado por déficit de agua durante todo el año. Sin embargo, las tecnologías de tratamiento de aguas desarrolladas en el Estado permitirán disminuir la contaminación ambiental y aprovechar sus efluentes para la agricultura, lo que generará alimentos y empleos con el consiguiente mejoramiento de la calidad de vida de los pobladores. (Traducción automática)